16 mayo 2010

EL DIAGNOSTICO DEL Dr HOUSE


Lugar de los hechos: Hospital Princeton – Plainsboro, Nueva Jersey.


La doctora Cuddy, pasea por el centro medico; parece que olvido su bata. A nadie le importa, lleva una falda oscura de tubo con una blusa blanca; la ligereza del tejido deja entrever un sujetador de Wolford, marcando el paso con el ruido de los tacones de aguja que a cada paso obliga a cimbrear las caderas.

De pronto, tras ella, un sonido machacón rompe el ritmo del sonido de sus tacones. Cuando quiere reaccionar es tarde, a sus espaldas una voz le dice con cierta sorna: “ese culo que no pase hambre”

Ella espeta: House, ¡donde estabas!, tienes un caso.

¿No me digas?

¡Sí! Y deberías estar en consultas

¡Oye esa hucha!, podría poner un dólar ¿sabes?

¡Houuuse!, toma el historial. Viene de la Casa Blanca, remitido por el propio Presidente Obama.

Me importa un carajo quien lo envíe, dame. Contesta secamente y se dirige a su despacho.

Mientras en otra parte del hospital suena el busca de Foreman, Cameron y Chase, se les tuerce el gesto, conocen el remitente y saben que el día comenzara ahora.




Se encuentran llegando al despacho de House y se saludan; al entrar allí esta, el bastón apoyado en la mesa al igual que su pierna y encestando papeles en la papelera.

Buenos días, aquí tenemos un caso de nuestro negro presidente. Debe ser alguien importante. Mientras se mete un puñado de vicodina en la boca se sitúa frente a la pizarra de diagnostico, rotulador en mano.

Veamos primer síntoma, incoherencia de ideas. Escribe en la pizarra y marca una pausa. Cameron levanta la mano y dice LUPUS.

House: demasiado tiempo sin follar, vaya tontería. ¿Ha recibido algún golpe en la cabeza, algún accidente?

Chase contesta: No figura nada en el historial

House: Seguro que miente, Foreman interrógalo.

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Ha pasado media hora y Foreman vuelve con el informe pedido:

Dime Foreman.

Hablaba con cierta incoherencia pero pausado, repetía “brotes verdes, brotes verdes”

Chase, análisis de tóxicos y drogas.

No obstante descuelga el teléfono y llama a su amigo el oncólogo James Wilson.

Sí, podría ser un tumor cerebral, podría afectar al habla.

¡Foreman, Cameron! Resonancia cerebral ¡YA!

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Dos horas más tarde nueva reunión en el despacho.

¡Foreman!

Negativo, poco volumen cerebral pero no hay tumores

¡Chase!

Ni drogas, ni tóxicos.

Entra Cameron con cierta celeridad, babea por las comisuras, se le hace “pasteta blanca” en los labios y con los ojos vueltos acentúa todas las palabras mal.

House, hincharle con antibióticos de amplio espectro por si hay infección y una punción lumbar, ¡AH! y análisis de venéreas, a saber donde habrá metido la poya este tío.

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Tres horas más tarde entra Foreman con los resultados.

House, todo negativo y los antibióticos no han mejorado nada. Se ha sumado incontinencia general.

Una vez todos reunidos:

House: Repasemos, Incoherencia verbal, acentuación incorrecta de las palabras, se caga y se mea encima. Tu Foreman eres el neurólogo, dí algo ya.

En ese momento entra la doctora Cuddy.

Y House le dice: demasiada gente para pegar un polvo, vuelve cuando hayamos acabado.

Esta acostumbrada a su insolencia hace oídos sordos y le dice: Me ha llamado Obama preguntándome por nuestro paciente.

El le contesta, se nos va a ir. Necesito mas datos, su nombre, su curriculum, ¿quién es?

Cuddy le dice, es secreto, la presidencia me ha dicho que mantenga la confidencialidad.

Pues que se joda y se muera confidentemente, espeta el Dr. House.

¡Bueno toma!, y le extiende la mano que sujeta una carpeta blanca.

Veamos que dice: Nombre, Joseph Louis R. Shoemaker; Nacionalidad, Española. Ve la foto y dice joder que feo.

Impertérrito se dirige a su ordenador y busca en Google. Joder teníamos que haber empezado por aquí. Ya esta claro.

¿Cuál es el diagnostico? Pregunta la directora.

Nada, esta sano, es su estado natural. Simplemente es IMBECIL Y LE FALTA ALGUN RIEGO, y esta acojonao por eso lo de la incontinencia.

Es José Luis Rodríguez Zapatero, presidente de un país llamado España.

Todos suspiran y abandonan el despacho, ya se han librado por el resto del día de House.

El doctor, solo sonríe sarcásticamente, satisfecho de haber solucionado el caso; mientras traga otro puñado de vicodina. Solo piensa en coger su moto y tocar el piano para olvidar la fea cara de aquel expediente.