05 febrero 2011
ESTO ES LO QUE HAY
06 septiembre 2010
TETAS Y PIES
27 febrero 2009
Hola a todos, hoy eran las 15:45 cuando iba a la parada del metro para ir al trabajo. Iba pensando que con el buen día que hacia debía relajarme un poco. La semana había sido muy convulsa en noticias y ya me había desahogado bastante en el blog.
Al llegar a la altura del “Parque del Oeste” decidí atravesarlo, se oía el canto de los pájaros y el murmullo de las fuentes, y lo mejor, estaba casi desierto; era el entorno ideal para encontrar unos instantes de paz antes de sumergirme en las entrañas de la ciudad (realmente pensé en los intestinos).
Empecé a pensar en los ciber cabreos de estas últimas semanas y decidí buscar soluciones a algunos de nuestros problemas cotidianos.
En unos pocos metros una hostia visual me golpeo y me devolvió a la realidad por unos instantes. Dos personas dormían acurrucados en sendos bancos. Esto me trajo a la mente las 800.000 mil familias que tienen todos sus miembros en el paro o en los casi 4.000.000 millones de desempleados. Me sentí afortunado. Tengo trabajo, me pagan bien y encima a gusto. No pude evitar sentir un escalofrío de… ¿miedo?, ojala mi familia no llegue a esa situación.
Pensando en la crisis llegué a las canceladoras de la estación. ¡LECHE! Casi paso la VISA en vez del bonometro, pensé: “Carlitos que hábitos más malos estas cogiendo”, ja, ja, ja.
Sentado en el vagón empecé a pensar en esas soluciones, para acabar con la crisis del ladrillo, primero embargaría los bienes fraudulentos de tanto golfo político que anda suelto. Con ese capital contrataría a todos los obreros posibles para construir cárceles donde luego meter a esos golfos.
A los jueces, ¡AY! Los jueces, que pena. Primero les dotaría de todos los medios de los que no disponen, que cierto es. A continuación sus sueldos serian a comisión, como miles de españoles, al fin y al cabo, los jueces no son seres especiales. Tantos juicios, tanto cobras. Seguro que se desatascaba la justicia, además para la mierda de sentencias a las que nos tienen acostumbrados no hacen falta alforjas. Al menos todo iría más rápido.
A los políticos, ¡AY! Los políticos, que agonía. A estos les pondría un “Sueldo Digno”, y digo digno; no abusivo como ahora. Sus bienes fiscalizados desde el primer euro al último, incluidos sus familiares. Así demostrarían la vocación y el amor al servicio público, y si no les interesa que se queden…digamos en su casa.
Ya no tuve tiempo de mas, una voz metálica de señorita me saco de mi abstracción: “Próxima parada Meliana”, la mía.
Solo me quedaba pensar en la cervecita que me iba a tomar cuando terminara mi jornada laboral. Una, como la que me estoy tomando ahora a vuestra salud.
Prometo volver con más soluciones fantásticas, ja, ja, ja.
Saludos.
13 mayo 2008
Hola a todos, hoy iba a coger el metro y decidí tomar un pequeño atajo, viendo esta imagen es fácil saber porque. Un paseo relajante antes de ir a trabajar es lo mejor que se puede hacer.
A la vuelta, lucía el sol, por lo que pensé otra vez en el atajo, había tenido un buen día y quería prolongarlo antes de llegar a casa para disfrutar de mi familia.
A paso lento, penetre en el parque y comencé a recordar lo que había sucedido en el metro.
Cuando a las 18:57 entre en el vagón y tome asiento, me percate de algo que me sorprendió sobremanera. Todos llevaban sus auriculares colgando del cuello y los demás sus lecturas bajo el brazo. Todos conversaban entre ellos, agudice mi oído para saber de que hablaban pues todos lo hacían con todos en una mezcla variopinta de viajeros. Trabajadores inmigrantes de múltiples nacionalidades, estudiantes, amas de casa, jubilados…
Por fin sintonice una conversación, un hindú con su turbante naranja y su tupida barba hablaba con una jubilada de pelo cano y gafas doradas. Estaban conversando de la importancia de lo comentado por la vicepresidenta Fernández de la Vega, la reforma del estado laico.
La verdad es que todo era como todos los días, todos callados y a la suya. Probablemente pensaban, en las últimas noticias de estos días. Que si el petróleo esta a 120 € el barril, que si pretenden subir la electricidad un 20%, que si en Abril aumento el Paro, que si la hipoteca sube, que si hay carencia de alimentos básicos a nivel mundial, que si el ciclón de Birmania, el terremoto de China, la caída del ladrillo, la subida de los alimentos básicos…y que como cojones ibamos a llegar a fin de mes.
No sigo con la lista no os estropee el día, solo parece que el gobierno es incapaz de dar soluciones a nada. Y la oposición dedicada a darse “PPhostias”, en cuanto entren los obispos en la liza, las PPhostias serán “consagradas” en fin, como siempre los políticos en su mundo y nosotros en la cruda realidad.
Para que algún español cante, nos ponen otra temporada de O.T. Porque como dice el refrán “Español que no canta, algo tiene en alma”, bueno realmente no es así pero da igual. El caso es que ya empieza a ser difícil el oír a la gente cantar, ¿habrá una relación directa entre el canto y la felicidad?
Yo por si acaso, me voy a ir a la ducha y no voy a parar de entonar trozos de canciones a voz en grito.
05 mayo 2008
AVENTURA EN EL METRO.
Era una tarde de finales de Abril, soleada y con una agradable temperatura primaveral. Había cogido el metro a las 16:47. Tenía suerte, nada más entrar, sitio libre.
Tome asiento, estaba cansado, me había levantado a las seis de la mañana y casi todas las horas de pie, se añadía la somnolencia de la digestión.
Al sentarme me acorde del inepto que diseño los asientos. No hay forma de coger la “posturita” para estar cómodo, salvo que estés gordito. Pensé, este tipo se salto las clases de ergonomía, seguro que cobra un sueldo de narices y viajara en un Mercedes.
Después de unas paradas y sumido en mis pensamientos, dejamos el subsuelo y salimos al exterior, ya fuera de la ciudad.
De forma casi inmediata, se nubla el ambiente y pienso, “joder que modorra, veo borroso”. Pero otro sentido, el del olfato, me saca de la confusión. Se añade un olor a chamusquina eléctrica.
Algún pasajero empieza a toser, algunos reaccionamos pues el conductor no se da por enterado.
Alguien dice, rompamos un cristal. Le hacemos caso ya que es el único que se ha tomado la molestia de dar una idea rápida.
Nos ponemos a buscar el clásico martillo para romper la ventana de emergencia. No lo encuentran.
Yo no me muevo. Sabía que lo había visto en algún sitio, uno de esos días que vas aburrido y lees todos los cartelitos del vagón, hasta los “made in” de los componentes del metro. Pienso rápido, pues el humo empieza a molestar.
De pronto y ante el asombro de los asustados viajeros, rompo a reír a carcajada limpia. Algunos piensan que es motivo de los nervios, pero no. Sencillamente acababa de recordar donde estaba el martillito de marras y la leyenda que lucía en el.
Todos siguen mirando incrédulos mi reacción y como única respuesta digo “lleva alguien un martillo” y señalo hacia el techo con mi dedo índice. Todos dirigen la mirada en la dirección que les señalo.
En ese momento, todos se quedan sin palabras. Seguro que algunos empiezan a comprender mi reacción. En la intersección del techo con la pared del vagón se encuentra el dicho artilugio que será el responsable de nuestra salvación. En esta imagen podéis verlo.
O sea, el martillo que rompe los cristales está detrás de un cristal ¿¿¿…???,
y no solo eso, sino que además esta alto (como a 1.80 o 1.90 m. del suelo), con el coge manos a unos 20 ó 30 centímetros del dichoso cristal. Yo con la mano no, desde luego, con el pie no llegamos ninguno y con las suelas de goma colgándonos, no hay espacio para romperlo. Vemos a una señora con unos preciosos zapatos de tacón, pero dice que no, que son italianos y le han costado 200 €.
Todos están perdiendo los nervios. No es mi caso, prefiero pensar y buscar otra solución. Me doy cuenta que me he dejado llevar por la situación. Hay algo que siempre había deseado hacer y nunca había tenido la oportunidad.
La famosa “Palanca roja” de emergencia de los trenes, siempre quería saber que ocurría si la accionaba.
No dije nada, no quería que nadie me robara ese momento de dicha, quería ser yo el que accionara la dichosa palanquita roja y saber, por fin, lo que iba a ocurrir. Además, el humo ya era denso y hacia el aire irrespirable.
En ese momento, oí una voz grabada, con sonido metálico que decía “Próxima parada Meliana”.
De pronto, me oí a mi mismo decir “hostia que me paso”. De un salto me plante ante la puerta y entonces si me pareció que algún pasajero esbozaba una sonrisa en su boca.
Baje titubeante al andén de la estación, “argg que dolor de espalda” y volví a acordarme del imbécil que había diseñado los dichosos asientos y por supuesto del inútil que había diseñado el sistema de seguridad, ese no se había saltado ninguna clase, ese ni había ido el mamón, seguro que saco el titulo por correspondencia.
Aunque realmente lo que más me fastidio fue la voz metálica que salía del altavoz. Ella y solo ella, había frustrado mi más vieja ilusión desde que subí a un tren. Tirar de la palanca roja.
Encogí mis mal trechos hombros, y dirigiéndome a mi trabajo pensé: otra vez será.
MORALEJA, para viajar seguro en el metro, lleva contigo un martillo para romper el cristal y acceder al martillo rompecristales.
Saludos.
12 abril 2008
Hola a tod@s, como veréis y raro en mi últimamente no estoy hablando de política nacional, ¿para qué?, ya están los medios de comunicación. Estoy esperando para dar mi puntilla.
Hoy os voy a hablar de una nueva experiencia personal. Soy un nuevo usuario del Metro en Valencia, y como siempre cojo mi espíritu lo extraigo de mi cuerpo y lo pongo a otear la realidad.
Como es inevitable, hablo de mi realidad y como mi ¿espíritu? ve la realidad.
Me he dado cuenta que vemos mucha televisión y nos dejamos influir por influencias que no tienen que ver nada con nosotros. Parece que estemos en el metro de New York, Tokyo o London, o incluso en Madrid o Barcelona.
Tenemos unos trayectos ridículos de tiempo en los desplazamientos, y aun así nos aislamos.
Yo, ya conozco (en 15 días) que vagón cojo, quien va en él y en que parada se baja para pillarle el sitio. Y esa persona aun no me ha dicho “buenas tardes”, estoy seguro que partirá de mí, soy un tímido descarado.
Yo, tardo 22 min. en efectuar mi trayecto, y alucino o admiro, ¡no lo sé!, como en 10 min. o menos, puedes disfrutar de un libro o de una pieza musical. Dos aficiones que relaciono con momentos de relax.
Parece que todos tienen miedo en relacionarse con los demás, incluso el intercambiar miradas. ¿Será culpa del Messenger?. Recuerdo la época del “trenet” (mas o menos el metro, pero bajo tierra y usando el autobús de enlace), o del bus. Conocías hasta el revisor.
Ahora, parece que todo el mundo tiene miedo, todos buscan sus afines, incluso en el asiento, solo veo desconfianza.
El otro día di pie a contar un chiste en el vagón y dieron la callada por respuesta, yo os lo cuento aquí, a lo mejor no estoy muy gracioso, pero el chiste lo es. (Perdón, tengo que ensayar los chistes grabados. Pero soy gracioso de la hos…tia, al menos In Person, je, je, je.)
MORALEJA: Olvida tus mp3, Ipod y demás castañas tecnológicas y recuerda que estas rodeado de seres humanos, y de ellos aprenderás lo que no será posible que te enseñen los bytes, los baudios o las zarandajas tecnologías que rulan por ahí. Ni incluso GOOGLE.
P.D. Otro día os contare mis pensamientos internos en el metro y como yo me entretengo conmigo mismo sin mp3, móvil, ni lectura, je, je, je. ¡Es mi carácter!, como dice el escorpión, pero ese chiste, os lo contare otro día.